Un cazador escuchó los ronquidos del fantasma, entró y escuchó a los siete enanitos; con un cuchillo le cortó la panza y sacó a Blancanieves y los siete enanitos. Para agradecer, entre Blancanieves y los siete enanitos le hicieron un pastel casero. Se hizo el atardecer y el cazador se convirtió en un príncipe. Cuando Blananieves se asustaba el príncipe siempre se asustaba también, Blancanieves lo protegía.
Clara Battos
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